jueves, 21 de octubre de 2010

Shell Residence














Según pasa el tiempo, y la vida tras tus ojos, cuesta más que las tendencias artísticas (música, fotografía, arquitectura, etc.) te sorprendan. Pero, en mi caso, no es del todo malo, porque paralelamente a esta recesión del factor sorpresa aumenta en la misma proporción la obsesión (por el detalle, por el autor, por el sonido, por todo lo que ha cautivado mi atención). Por ejemplo, en cuanto a la arquitectura, no dejo de ver proyectos que pasan por mis retinas sin ton ni son. Pero de repente me encuentro con esta casa-escultura-rollito-de-primavera del arquitecto japonés Korato Ide rodeada de vegetación, con estudiado paisajismo, y grandes cristaleras para el disfrute de la luz natural desde cualquier punto del interior. Entonces se me dispara la fantasía sin fin: empiezo con la distribución de las estancias, el contenido de éstas, luces ambientales, llenar la nevera; y sigo con la vida social: organizar comidas, meriendas, cenas, after hours, proyecciones, audiciones, buff... un no parar. Es decir, una vez visto (casi)todo, se vive más intensamente cada novedad analizando las perspectivas que has ido disfrutando en cada experiencia anterior. Es otra faceta más de madurar.