

Un poco tímido al principio, las aglomeraciones le causan agorafobia. Pero fue irse todo el mundo y empezó a soltarse. Me contó historias muy interesantes: amores prohibidos, amores no correspondidos, amores pasionales, amores eternos, amor a uno mismo, amores incondicionales, amores platónicos. Dice que no es el único, que hay muchos cupidos, que aún así el trabajo es intenso. Que de repente le salieron las alas, desde entonces su vida cambió. Que esto pasa a los que, llegado a una edad, nunca han tenido experiencia alguna con el amor. Físicamente es un estado irreversible pero emocionalmente tiene salida. Cabe la esperanza de que un "no alado" se enamore de él, cuenta que es difícil, que las alas no dejan ser un handicap, que hay mucha gente alérgica a las plumas. Yo le animé, estoy seguro que no tardará en llegar su media naranja. Alguien que quiera emociones de altos vuelos y no tenga miedo a las heridas de las flechas. No obstante el amor, tanto en su disfrute como en su amargura, siempre va dejando heridas. Algunas cicatrizan pero otras no lo hacen jamás. Entre lágrimas, suspiros, y cervezas la conversación llegó hasta la madrugada, de fondo sonaban The XX.



























