jueves, 5 de agosto de 2010

Las Claves del Verano (II)



Durante el invierno no caben mas capas textiles sobre mi cuerpo. Capas que van cayendo conforme nos acercamos al buen tiempo. En verano no pueden caer más capas porque ya no me quedan. Voy tal cual mi progenitora me trajo al mundo todo el tiempo posible. No hay nada más agradable que sentir la brisa matutina por todos los poros de tu piel, que notar los rayos de sol de la tarde acariciar y broncear cada una de las células de la dermis, que andar y dejar en movimiento las protuberancias que suelen ir recogidas la mayor parte del año, que ver en cuerpo propio (o ajeno) los órganos que más nos emocionan, que explorar y jugar con todas las zonas erógenas tan al alcance en cada momento. Nada nuevo, todo lo contrario, es instintivo. Pero es algo más que agradecer al verano y por lo que me he dejado llevar.